Voy a empezar con una confesión incómoda: llevamos años enseñando cosas que «Google» ya sabía responder. Y ahora «ChatGPT» (en un alarde de metonimia para denominar con este término a toda la familia de herramientas de IA generativa generalistas) lo hace mejor, más rápido, y con ejemplos incluidos. ¿Dramático? Quizá. ¿Falso? Para nada.
Durante los últimos años, algunas personas nos hemos estado haciendo preguntas incómodas. No del tipo «¿cómo prohibimos que los estudiantes usen IA?», sino del tipo «¿y si estamos enseñando cosas que ya no importan?» «¿o de un modo que no es el adecuado?». A la hora de intentar responder a estas y a otras preguntas similares nos dimos cuenta de que teníamos muchas opiniones pero prácticamente ningún hecho ni inferencia. Por eso, decidimos empezar a recopilar datos que nos ayudaran a orientar las respuestas.
En noviembre 2025 organizamos en la UPV la jornada «La clase insustituible» donde profesorado de diferentes disciplinas trabajó en grupos pequeños reflexionando sobre estas cuestiones. Paralelamente, recogimos las percepciones de estudiantes sobre qué hace insustituible a su profesorado. No preguntamos «¿te gusta tu profe?» sino «¿qué aporta que la IA no podría aportar?».
¿Qué nos hace insustituibles desde la perspectiva de quienes nos sufren (perdón, de nuestros estudiantes)? Hemos recogido más de 300 respuestas que aun estamos procesando y os adelanto los resultados de las primeras 56 recibidas.
Las-os estudiantes reconocen que la IA es útil para personalizar el aprendizaje, generar ejemplos y dar feedback.
Pero el profesorado aporta la dimensión humana: pasión, energía, empatía, cercanía, motivación. Le sigue muy de cerca la experiencia práctica: anécdotas, aplicaciones industriales, ejemplos de la vida real que ayudan a relacionar conceptos con situaciones cotidianas.
También valoran la interacción y el dinamismo: poder opinar, debatir, recibir retroalimentación. Aprecian que conozcamos el contexto, que sepamos exactamente qué se ha enseñado antes, cómo aprende el grupo y cuáles son los errores comunes.
Pero no todo son flores. También nos están diciendo que hay una «variabilidad en calidad docente». Han tenido profesorado brillante y profesorado nefasto. Critican las clases basadas solo en PowerPoint: «leer el PDF en voz alta es algo que en casa también se puede hacer». También señalan que las actitudes hacia la IA son muy diferentes entre profesorado. Algunos la integran con criterio, otros la prohíben por miedo.
Quizás la calidad docente importa más que nunca. No se trata de competir contra ChatGPT en dar respuestas. Se trata de aportar lo que una máquina no puede: conexión humana, experiencia vivida, capacidad de adaptarnos al grupo concreto que tenemos delante. Y si no hacemos eso, si nos limitamos a leer PowerPoints, los-as estudiantes ya tienen claro dónde encontrar alternativas mejores.
La pregunta no es si la IA va a sustituir al profesorado. La pregunta es: ¿estamos siendo el tipo de profesorado que merece la pena tener en un aula?

En resumen:




El profesorado aporta elementos imposibles de replicar por IA
Lo más valorado: humanidad, pasión y experiencia práctica
Advertencia: reconocen limitaciones de la IA (errores, falta de contexto)
Problema identificado: calidad docente muy variable
Demanda principal: profesores que integren IA + metodologías prácticas
Consecuencia: absentismo cuando el profesor no aporta valor añadido
