¿Qué es Docentia?
Docentia es el programa de ANECA de apoyo para la evaluación de la actividad docente del profesorado universitario. Nació en 2007 y de desarrolló en colaboración con las agencias de calidad autonómicas. Desde el primer momento el programa se inscribió en el contexto del EEES y está alineado con los criterios y las directrices sobre calidad de la enseñanza universitaria de las agencias europeas, especialmente ENQA (con ESU, EUA, EURASHE y otras) aprobados en conferencia de ministros en 2015.
El programa se constituía, y así sigue siendo, en una guía o un protocolo “para la evaluación de la actividad docente en el sistema universitario español” y se dotaba de unos anexos que debían servir de orientación para universidades y agencias. No era, ni es, un texto estrictamente normativo, sino que fija un espacio de actuación y deja amplio margen de maniobra a los actores implicados.
Un salto cualitativo adelante
Pero es normal que casi 15 años después de empezar su singladura conviniese una actualización. Y es que en los últimos años el conocimiento científico sobre el cambio educativo e institucional que necesita nuestra universidad se ha incrementado, así como la conciencia de la necesidad de mejora de la calidad de la docencia.
No pretendemos ahora realizar un análisis pormenorizado de las diferencias entre Docentia 2007 y 2021, sino que vamos a lo que creemos que es el meollo del asunto. Creo que las principales novedades que aporta la actualización de 2021 son la noción de calidad de la docencia y la consecuente incorporación de la noción de “Marco de desarrollo profesional docente”. En concreto, se establece que “la evaluación de la actividad docente del profesorado debe apoyarse en un Marco de desarrollo profesional docente, definido por la universidad”. Cuatro palabras precisan los términos de la afirmación: “debe”, “un”, “marco” y “definido por la universidad”.
Toda evaluación implica comparación, y si no disponemos de un marco donde comparar aquello que evaluamos, entonces la tarea se antoja casi imposible. Lo que acaba siendo imprescindible, por tanto, es la existencia de un Marco –uno cualquiera– que debe ser fijado por la propia universidad. Luego Docentia propone que “el desarrollo profesional puede tener como referente el Marco de desarrollo académico docente de la Red de Docencia Universitaria” –el conocido como MDAD de REDU (Red de Docencia Universitaria, asociación sin ánimo de lucro integrada por 44 universidades españolas). También puede tomarse como modelo o referente el modelo de Marco del Reino Unido, Australia u otros países.
La gran novedad de un Marco de Desarrollo Profesional Docente
Lo determinante, por tanto, es la focalización en la calidad docente y la existencia de un Marco, y esa es la palabra clave. El Marco lo fija la propia universidad, bien sea inspirándose en el de REDU o en otros. Incluso puede definirlo ex novo bajo sus propios criterios; y si recurre a uno de los modelos externos, igualmente debe adaptarlo a su contexto y sus necesidades.
La idea de Marco de desarrollo profesional docente es aparentemente sencilla: se trata de definir, primero, qué entendemos por buena docencia o por una docencia de calidad, y de establecer, luego, los niveles, los escalones o la progresión que lleva a una docencia de calidad. Sin embargo, definir qué entendemos por buena docencia no resulta tan fácil. Por de pronto, en el aprendizaje e incluso en la docencia intervienen más factores que la mera acción intrínseca del profesorado. Cuando hablamos de calidad de la docencia nos referimos a la calidad de lo que sabe hacer y hace el profesorado en su labor docente, la cual está mediatizada por factores contextuales de muy diversa índole.
Evaluar la docencia en abstracto era un sinsentido. El primer Docentia de hecho había focalizado su atención, porqué partía del contexto que partía, en el desempeño docente, o, mejor dicho, en la dedicación a la docencia. Ahora, con la versión de 2021, se da un salto cualitativo y se pretende valorar la calidad de la docencia. Además, se proponer hacerlo teniendo en cuenta de manera progresiva o gradual el desarrollo de las habilidades docentes del profesor.
Aquí deben tenerse en cuenta varios factores. El primero es que se hace un esfuerzo en identificar y determinar, de manera razonablemente precisa, qué es buena docencia, lo que, por supuesto, exige una reflexión profunda sobre qué queremos que sea enseñar y aprender hoy. Y, en segundo lugar, la buena docencia, como algo complejo, no suele conseguirse en el preciso instante en que un docente accede a la profesión, sino que se ejercita y se consigue de manera gradual, de ahí la referencia a la idea de desarrollo profesional. Subyace, además, la noción de la identidad profesional docente y el enfoque SOTL (Scholarship of Teaching and Learning) de profesionalidad docente.
El Marco de REDU es solo un ejemplo
Por otra parte, desde REDU, en 2018 y 2019 Javier Paricio, Idoia Fernández y Amparo Fernández habían impulsado y coordinado una propuesta de Marco de desarrollo académico docente (MDAD), pero en absoluto estaba concebido para Docentia ni se traducía automáticamente en un Marco como instrumento pensado para la evaluación de profesorado. Ciertamente, Cartografía de la buena docencia universitaria. Un marco para el desarrollo del profesorado basado en la investigación (Madrid, Narcea, 2019), es una obra excelente, que recomendamos encarecidamente, que sirve de justificación y reflexión teórica, pero no es un Marco para ser aplicado en los términos que fijaba Docentia. Recordemos de nuevo que este Marco era uno de los posibles que podía adoptar o explorar cada universidad.
A raíz del seminario realizado en Las Palmas en enero de 2023 organizado por ULPGC y REDU, J. Paricio y A. Fernández publicaron dos cuadernos que proponían y justificaban estándares concretos para un nivel 1 y un nivel 2 del MDAD. Ahora sí que se trataba de un instrumento útil para abordar un diseño de evaluación del profesorado según disponía Docentia.
El MDAD, por ejemplo, propone tres niveles de desarrollo profesional docente, en clave de progresión desde un nivel básico hasta la excelencia docente. Cada nivel lo componen seis estándares. Pero es justamente ahí donde cada universidad puede y debe intervenir reflexionado y diseñando sus propios niveles y estándares donde lo estime necesario.
La complejidad de implantar un Marco en Docentia
Pero con establecer o adaptar un Marco de calidad docente (o desarrollo profesional docente), no acababa la tarea, ni mucho menos. Disponer de un Marco es el instrumento angular y privilegiado del proceso. Además de abordar, por supuesto el qué (la calidad docente mediante un Marco), Docentia no pierde de vista el eje estratégico de la evaluación docente (el para qué), el eje metodológico (el cómo) y el eje de los resultados (qué consecuencias).
Creo que es aquí donde el modelo de evaluación alcanza cierta complejidad, más allá todavía de la definición de qué se entiende por calidad, porque el Marco de desarrollo debe hacerse encajar con las dimensiones a evaluar, las fuentes y los procedimientos (vid. Docentia, p. 26, tablas 3 y 4). Las dimensiones para evaluar son tres: la planificación de la docencia por el profesorado, el desarrollo de la misma docencia y los resultados académicos alcanzados por sus estudiantes; las fuentes son el propio profesor evaluado, las personas responsables académicas (los cargos) y los estudiantes; y los procedimientos son el autoinforme (del profesor evaluado) o la entrevista, el informe (de los cargos) y las encuestas (del estudiantado).
Resistencias, ¿al nuevo Docentia, al Marco o a un estilo de dirección?
El nuevo Programa Docentia de ANECA de 2021 no cuajó, y no solo esto, sino que ha levantado una cierta ola de rechazo por parte de algunas universidades y agencias. Pero no queda claro si el rechazo se produce contra los nuevos postulados del programa o contra el estilo o la manera de implantar el programa desde la antigua dirección de ANECA, tildada de poco flexible y negociadora. Desde luego, para implantar el nuevo Docentia hacía falta negociación, pedagogía, persuasión, formación, diplomacia, tacto y perseverancia. Y algo, o mucho, de todo esto falló y estalló el rechazo.
Además, en la actual coyuntura universitaria confluye la aprobación de la nueva ley orgánica 2/2023 (LOSU), el RD 678/2023 de acreditación para el acceso a los cuerpos docentes, así como el progreso del sistema de acreditación institucional. Tanto es así que, entre dificultades y desánimo en universidades y en REACU, la nueva directora de ANECA, nombrada el 28 de febrero de 2023, informó el pasado octubre de que el Programa Docentia sería sometido a revisión –“no disruptiva”– en el segundo trimestre de 2024. Mientras no se actualice Docentia, en las comisiones de evaluación “no se exigirá (como sí se hacía desde 5/10/2022) un MDPD (marco de desarrollo profesional docente) formalizado y aprobado por el máximo órgano de gobierno de la universidad; la presentación de los elementos de dicho MDPD; una declaración institucional comprometiendo los trámites para su aprobación”.
Lo nuevo de Docentia –en esencia el Marco de desarrollo profesional docente–, no queda derogado ni suspendido, pero su exigencia o aplicación entra en una moratoria hasta nuevo aviso. Según fuentes conocedoras del Programa, lo cierto es que se había producido un atasco importante en la verificación del diseño (por no hablar de la certificación definitiva) de los modelos o manuales de evaluación. Muchas universidades no acababan de ver claro el salto cualitativo que se había producido.
Efectivamente, no es fácil captar qué es lo que realmente hay que evaluar, esa es la cuestión. Y es que, como ya hemos apuntado, la calidad de la docencia no es lo mismo que la dedicación a la docencia, y lo cualitativo siempre es más difícil que el cálculo cuantitativo.
No habría que abandonar el Marco, solo adaptarlo
Desde nuestra perspectiva, no habría que abandonar la idea del Marco (MDPD) como piedra angular de mejora y transformación. Conviene explicarlo mejor, ir más despacio, ayudar a las universidades y agencias que lo necesiten. Y tampoco es imprescindible empezar por un Marco complejo de tres niveles y 24 o 25 estándares. Quizá para empezar nos basta diseñar dos niveles, uno básico y otro avanzado, y dejar para más adelante la definición de la excelencia docente. Quizá de momento no haga falta identificar tantos estándares, y con 2, 3 o 4 por nivel sean suficientes.
Precisamente en el seno de REDU está naciendo una red, Didaskalía, integrada de momento por cuatro universidades, con el fin de profundizar en la evaluación de la acción docente del profesorado desde el modelo de los marcos de desarrollo profesional. Esta subred ha sido presentada en el Congreso Investigar la docencia: enseñar y aprender en las disciplinas como objeto de estudio que REDU ha organizado junto con la Universidad de Burgos el pasado 20-21 de noviembre en Burgos.
Evaluar la docencia con un Marco activa otros engranajes hacia la calidad docente
Concluimos. Mantener la idea de Marco es primordial para avanzar en la mejora de la calidad de la docencia y el aprendizaje. Más allá –mucho más allá, de hecho–, de convertirse en un modelo para la evaluación de la actividad docente, el Marco es un engranaje que activa otras piezas.
1.- El marco facilita la definición de una carrera docente, de un desarrollo profesional docente, de la misma manera que existen criterios que miden y definen una carrera investigadora. La calidad docente ya no es algo difuso e impreciso, ni tampoco una línea recta, plana e infinita, sino que ahora, con un marco, es una carrera identificable, ascendente, de menos a más; el Marco ofrece, ciertamente, una cartografía por donde orientarse.
2.- La existencia de un marco y de un desarrollo profesional docente exige a gritos un plan de formación del profesorado directamente vinculado a los niveles y estándares previamente definidos. La formación ya no se convierte en una suerte de supermercado donde cada profesor elige el curso que más se le antoja, sino que la formación en el marco ha sido cuidadosamente diseñada con la intencionalidad de ayudar al docente a alcanzar los estándares que la universidad ha estimado de contribuían a la mejora educativa en sus titulaciones. No se trata, evidentemente, de modelar como clones al profesorado según un criterio de la institución. Las condiciones básicas para formar a un buen docente son compatibles con la singularidad de cada persona.
3.- En un marco de desarrollo docente subyace un modelo docente. Sería difícil que los estándares de un marco no alinearan de manera coherente y reflexiva las piezas que impulsan la mejora.
4.- En cuarto lugar, el modelo docente de una facultad, así como su proyecto educativo, en una esfera superior, son el resultado de un cierto cambio cultural, pero a la vez inducen a profundizar y a consolidar una nueva cultura académica.
5.- Quinto: este nuevo modelo docente y esta nueva cultura exigirán, a la vez, cambios de muy diversa índole en la organización de los estudios y de las facultades. Las coreografías institucionales que preconiza Zabalza o los proyectos educativos institucionales no son nada ajenos a esta nueva organización.
Y finalmente, conducir la enseñanza hacia los nuevos parámetros que ha fijado el marco, y que ha removido carrera docente, formación, modelo docente, cultura académica institucional y organización, no puede más que impactar en la calidad del aprendizaje. Por todo eso creemos que no hay que abandonar los marcos de desarrollo profesional docente ni el Programa Docentia.
Esta contribución fue publicada en el blog de Studia XXI el 28/11/2023