Nuevo libro: El arte de dar clase (según un lingüista)

En enero de 2021 editorial Anagrama publicó El arte de dar clase (según un lingüista), de Daniel Cassany. La obra ya cuenta con cuatro ediciones en español además de la versión en catalán. Daniel Cassany es lingüista y profesor en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. Es conocido y valorado por sus trabajos sobre escritura y lectura. Entre su amplia producción, son remarcables y recomendables, tanto para uso propio como también como docentes, La cocina de la escritura (1995), Afilar el lapicero (2013) y Laboratorio lector (2019), entre otros. Los libros de Cassany destacan por precisos, agudos y sobretodo prácticos y útiles. No se trata en ningún caso de tratados de lingüística ni espesas obras de gramática. Entre 150 y 180 páginas, con tablas, recuadros, enmarcados, etc. son suficientes para ofrecer pautas sistemáticas y singulares para expresarnos mejor, en varios registros, de manera escrita y oral.

En El arte de dar clase Cassany se atreve, con éxito, a expandir su radio de acción y se aventura en el terreno de la didáctica. De la didáctica de la lengua en particular pero con ejemplos y reflexiones que bien pueden aplicarse a otras materias. Y lo hace de manera transversal a los ciclos educativos, no exclusivamente universitarios. Decimos que se aventura porqué el autor es filólogo –o lingüista, como se proclama-, y no pedagogo, pero su discurso es sólido y nada aventurero. De hecho es un valor positivo que desde las diversas disciplinas que no tienen la educación como objeto de estudio específico se generen obras sobre la enseñanza y el aprendizaje de la disciplina.

El autor ha evitado el registro académico y ha optado por el estilo ensayístico –apenas hay notas y citas bibliográficas-, lo que le da un tono mucho más ágil y cercano. El arte de dar clase no es una obra de investigación pura; pero tampoco son opiniones ingeniosas de un docente experimentado. La obra se nutre, a partes desiguales, de la literatura científica (Barnett, Dörnyei, Gower y Walter, Johnson y Johnson, Kagan, Marland, Mayer-Schönberger y Cukier, Scrivener, etc.) y del conocimiento empírico tras muchos años de docencia y reflexión sobre el oficio.

El título es ya una manifestación de intenciones. Dar clase, más que impartirla, es un arte, y el afecto, lo emocional, lo artesanal y lo personal juegan un papel de primer orden cuando la óptica es la del aprendizaje, la del aprendiz. Además, recuerda el autor la complejidad de la docencia en el mundo actual, en el que más que nunca resalta la centralidad de la “comprensión”. El autor cree, defiende y argumenta el aprendizaje colaborativo entre los alumnos y postula reducir el habla del docente –su 25%– en beneficio de las actividades del aprendiz. El libro se estructura en nueve apartados temáticos principales con varios subapartados breves: el primer día (o la preparación previa, la planificación, la puesta a punto…); atender al alumno; equipos de aprendizaje; hacerse entender; conducta no verbal; la clase digital; ayudar a comprender; hablar para aprender y escribir para aprender.

En fin, una lectura fresca y sugerente desde una óptica disciplinar y donde se combina literatura, empirismo, reflexión y pasión por la profesión.

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